EL Tarajal

                                       

El Tarajal
Etimología: 
Pertenece a la familia de las tamariceae,  que proviene del latín tamaris, río de Tarragona en cuyas riberas proliferaban los tarajales con facilidad. Su nombre científico es: Tamarix canariensis: Tamarix: del árabe tamaris , que significa "eres mi sostén". Canariensis: del latín canariensis,-e que significa“ relativo a las Islas Canarias.

Datos Generales:
Planta localizada en el Mediterráneo occidental y en las Islas Canarias, sobretodo en Fuerteventura y Lanzarote. 

 Aspectos morfológicos:
Hojas: 2mm, muy pequeñas, que se disponen apiñadas. 
Flores: color blanco tirando a bermejo. Florece entre mayo y agosto. 
Frutos: en forma de cápsula piramidal
Tronco: porte arbóreo que puede llegar hasta 5 m de altura. 

Aportación a la salud:
La infusión de sus hojas es eficaz para problemas estomacales y contra la diarrea.

Mitología:
La ninfa Eco se escondió detrás de un tarajal para hablarle, apasionadamente, a Narciso. En la mitología griega Narciso era un joven de una belleza extraordinaria que despreciaba el amor. Muchas jóvenes cayeron apasionadas en los encantos de su belleza y con la misma pasión que mostraban ellas al pretender al joven, éste a su vez las despreciaba. Un día Narciso se encontraba de cacería y, cuando Helios estaba en lo más alto, se sentó en un claro a descansar, justo al lado de un tarajal. Por allí cerca andaba la ninfa Eco. Ésta, desde el momento en que vio a Narciso, ardió de amor por el joven y no dejó de contemplar y admirar su belleza. Eco se había aliado con Zeus para que, mientras éste pasaba horas con sus amantes, la ninfa distraía a Hera con conversaciones muy amenas. Cuando fue descubierta, Hera, muy enfadada, le quitó la voz y sólo podía repetir las últimas palabras de quien hablara con ella. Así Eco se acercó a Narciso y desde detrás del tarajal, donde descansaba aquél, esperó observando y deleitándose con la belleza del joven. Narciso sintió la presencia de alguien al otro lado del árbol y preguntó: “ ¿quién anda ahí? ” La ninfa contestó: “ ahí, ahí ”. Narciso, asombrado, dijo: “ junté monos ” . Y la ninfa llena de gozo contestó: “ juntémonos, juntémonos ” . Inmediatamente después de pronunciar estas palabras Eco salió de detrás del tarajal y con todo su esplendor y belleza se abalanzó hacia donde se encontraba Narciso. Éste la rechazó con profundo desprecio. Ella, completamente apesadumbrada y entristecida, se retiró en silencio se adentró en el frondoso bosque. Narciso siguió su cacería molesto, pero olvidó pronto a la ninfa. Ésta, sin embargo, se lamentaba profundamente y su tristeza era tal que los dioses decidieron averiguar cuál era su motivo. Cuando descubrieron por qué sufría Eco, se propusieron castigar a Narciso. Al atardecer el joven sintió sed y se acercó a una laguna cristalina para saciarse. Al ver reflejado su rostro en el agua, se quedó tan prendado de aquel rostro que parecía de otro. Quiso acariciarlo y vio cómo se desvanecía. Frustrado y apesadumbrado, esperó pacientemente. Pasado un tiempo volvió a ver aquel rostro tan hermoso y lleno de gozo se deleitó una y otra vez observando cómo sonreía cuando él sonreía, cómo lloraba cuando él lloraba lleno de emoción. Pero cuando se atrevía a acariciar aquel rostro tan bello, éste desaparecía en medio de las malditas ondas del  agua. Desesperado y triste, Narciso ya no se ocupaba de sí mismo, sino que pasaba las horas contemplando aquel rostro tan hermoso, objeto de un amor incontrolado. Finalmente Narciso comenzó a languidecer y, moribundo ya, dio su último suspiro mirando por última vez aquel rostro tan hermoso. Allí, donde el joven murió, nació una flor, que llevó por siempre su nombre.


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